Poco a poco comenzaría una rápida y ascendente carrera que lo llevaría por los mejores hoteles del mundo, aprendiendo siempre, pero dejando también a su paso una marca de distinción que lo haría famoso. Desde muy joven se codeó con los más ricos y famosos de su época. En el restaurante Voisin de Paris con solo 17 años sirvió a Georges Sand, Sarah Bernhardt o Alexandre Dumas hijo.
En 1872 conoce al Príncipe de Gales, futuro Eduardo VII que se convertiría en uno de sus principales valedores. Sus andanzas lo conducirían desde Niza a Lucerna pasando por Monte-Carlo donde se asociaría al cocinero Auguste Escoffier, el gran chef de su época , el hombre que revoluciono el concepto del restaurante de un hotel.

Ritz tenía una idea muy clara de cuál era la forma de dirigir un hotel y sobretodo cómo prefería ser atendida la clase alta e ilustre, así como los elementos esenciales de una buena cocina. Estos ideales y sobretodo el gusto por los pequeños detalles son actualmente los pilares que mantiene todavía su hotel, y que son la esencia de la Filosofía Ritz , en donde el simple hecho de entrar es ya una experiencia memorable.
Cesar Ritz pensó que la primera impresión de cada visitante no debe ser la de estar en un hotel convencional, sino más bien en una mansión señorial, sorprendentemente íntima. A pesar de las numerosas reformas, los detalles tradicionales se han conservado hasta hoy: las chimeneas de mármol, los espejos dorados, los relojes de pared suizos, los enormes armarios de cedro y por supuesto las camas de bronce. Un estilo clásico propio de aquella época que no pasa, ni pasará de moda.
Inmediatamente después de la apertura del Ritz de París, todas las grandes ciudades aspiraban a tener su propio Ritz. En Londres él mismo trasladó todo lo que había aprendido en el Carlton Hotel de Haymarket. Desgraciadamente, el exceso de trabajo le provoca una depresión de la que no saldría hasta su muerte en 1918.
Su legado no se perdió gracias a su esposa y a sus más íntimos colaboradores, que siguieron manteniendo el gusto por las pequeñas cosas, que evocan inmediatamente una imagen de confort exquisito, servicio impecable, discreta seguridad y ambiente elegante
El Ritz de Madrid abrió sus puertas en 1910 bajo el patrocinio de Alfonso XIII que estaba empeñado en que su capital tuviera un hotel de esa categoría. Ese mismo año también se inauguró el Ritz-Carlton de Nueva York en Madison Avenue bajo la dirección de Albert Keller, discipulo de Ritz. En muy poco tiempo lugares como Lucerna, Buenos Aires, Evian, Roma (donde llegó haber dos), Lisboa, Londres, Barcelona o Montreal pronto consiguieron su Ritz.
Llegó un momento que fue imposible proteger el nombre Ritz como marca, así como sus derechos de propiedad industrial, aunque por mucho que se haya intentado vulgarizar como etiqueta de todo tipo de productos y establecimientos, la palabra Ritz nunca ha perdido su carácter de excelencia.
En la actualidad, los únicos que han copiado la filosofía Ritz son sólo cinco y pertenecen al grupo the Leading Hotels of the World:
El Ritz de Paris sigue siendo el gran Hotel Ritz por excelencia., habiendo sido reformado y renovado en profundidad por su actual propietario Mohamed Al Fayed. 15, Place Vendôme: 142 habitaciones. 45 suites de las que hay que destacar la suite de los Duques de Windsor y el apartamento privado de Coco Chanel.
El Ritz de Madrid, es uno de los máximos exponentes de la arquitectura Belle Epoque en Madrid, Plaza de la Lealtad, 5. Cuenta con 125 habitaciones y 25 suites.
El Ritz de Barcelona: Construido en 1919, conserva su sabor tradicional. Se encuentra en la Gran Vía Cortes Catalanas 668, y dispone de 127 habitaciones y 36 suites.
El Ritz-Carlton de Boston: Inaugurado en 1927 es toda una referencia de lujo y buen gusto en la costa este americana. 15 Arlington Street: 231 habitaciones y 44 suites.
El Ritz de Londres. A pesar de que Cesar Ritz nunca llegó a entrar en este hotel se mantiene absolutamente fiel a sus principios. 150, Piccadilly: 131 habitaciones y 7 pisos.
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